domingo, 24 de febrero de 2013

Crimen en fábrica Bascoy

Un empleado de una empresa de transporte de la localidad bonaerense de Bancalari mató a tres personas -dos jefes y un empleado-, intentó prender fuego la compañía y se suicidó. El hombre sufrió un ataque de ira cuando se dio cuenta de que le habían liquidado mal el sueldo en la empresa Bascoy SA, en la que trabajaba.

El hecho ocurrió cuando el hombre, identificado como Carlos Landívar, fue a reclamar un dinero que, según él, le debían y terminó disparando contra los presentes. Los voceros dijeron que había tenido antecedentes sobre desequilibrio mental.

Los muertos en Bancalari fueron Marcelo y Gabriel Bascoy, dueños de la empresa, y Javier Etcheverry, empleado de administrativo y coordinador de viaje de la empresa.

"Es un tipo tocado, medio chiflado. Algún problema tenía", dijo el entrevistado. José Bascoy, el padre de los asesinados, fue informado de la masacre por el canal de televisión.

El superintendente de zona norte, Osvaldo Castelli, informó a la prensa que Landívar se quitó la vida con la misma pistola con la que mató a sus jefes.

Cosas como esta, que aconteció lamentablemente con personas muy cercanas a nuestra familia, pueden suceder en cualquier momento cuando hablamos de infancias complicadas, ausencia de tratamientos en enfermedades mentales que aparecen en la niñez o pubertad, y situaciones de exclusión social. Tratar este caso particular desde el punto de vista ético es difícil, porque no sé muy bien si la "enajenación mental" de este hombre cuando hizo esto es consecuencia de una actuación moral pensada detenidamente, o consecuencia de un momento de locura.
En las entrevistas posteriores al hijo del asesino, cuyas declaraciones ponen los pelos de punta, se denota una falta de educación, moral sana y humanidad. Los valores éticos de la naturaleza humana son destrozados aquí con declaraciones como " hizo lo que tenía que hacer... le debían mucha plata..." " laburaba día y noche...".
A posteriores preguntas de cuanto le debían, los periodistas notan como el hijo no sabía la cantidad y a la sugerencia de una, él asiente. Cuando le interrogan por la última vez que vió a su padre, dice que no lo veía hace por lo menos dos años.





Un ejemplo de superación lo dieron la mujer e hija de Marcelo Bascoy, que decidieron mantener la empresa en pie. Al día siguiente de los eventos ocurridos fueron a la fábrica a limpiar la sangre de sus familiares y a rescatar los papeles que quedaron vivos del incendio. Una semana después consiguieron levantar la empresa para que siguiera funcionando.

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