El día del parto, Elvira fue sedada en la maternidad de Santa Cristina y así la mantuvieron durante varios días. Antes de darle el alta, le dijeron a la joven madre que su bebé había muerto y que la clínica se encargaría de todos los trámites para proceder al entierro del cadáver.
Más de 30 años después descubrió que su recién nacido no había muerto. María fue dada en adopción a un matrimonio de Ciudad Real formado por dos personas de más de 45 años. La pareja pagó 136.000 pesetas por los gastos. En la documentación aparece el nombre de sor María Gómez Valbuena, la monja de ochenta años que está imputada por su presunta implicación en el robo de otra niña en la misma maternidad.
María y Elvira se sometieron a las pruebas genéticas de ADN, que demostraron que ambas son madre e hija. Ambas se citaron en Madrid para conocerse. “Fue algo extraño, nos dimos dos besos como dos extrañas. Yo me preguntaba, ¿es posible que esta sea mi hija? Luego me derrumbé”. Tanto María como Elvira van a denunciar los hechos. “Todavía no me hago a la idea. Esto es increíble. Me he perdido los mejores años de mi hija y eso no se paga ni con dinero ni con cárcel”, declara.
Sor María también está implicada en otros muchos casos de robos de recién nacidos. Al parecer, lo tomaba como un negocio del que sacaba dinero. Se sentía con el derecho de decidir cual madre podía quedarse con su hijo y cual no, una decisión que podía destrozar la vida tanto de las madres como de los hijos al separarles con mentiras y manipulaciones. Aquí tenemos uno de los casos que acabó en un reencuentro, aunque nadie puede hacerles recuperar el tiempo que han perdido.
Blanca Gil
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